Papatambién

Mamá come. Papá come. Hermano tiene la mirada en las patatas; no come. Mamá dice: que ayer vi a tia Lena en el mercado, llevaba un pato vivo entre las manos y yo "¡Lena!". Papá ríe. Hermano ve las patatas. "¡Cómete eso o déjalo en el plato!" grita papá. Mamá sigue hablando. Hermano se levanta de la mesa. El trayecto del comedor a su cuarto es corto, lento, infinito. Mamá toma las patatas de hermano y las pasa a mi plato. "Come, que te queda más" y me las llevo a la boca antes de decir que sí. Hermano tiene días sin comer, y yo días comiendo de más (Las patatas son buenas, pero no si se les come en exceso día tras día tras dia y no tenemos perro para dárselas). Termino la comida y voy al cuarto. Hermano está boca abajo en la cama, con la cara sumergida en la almohada como dormido sobre una nube en días de lluvia. Se escuchan gritos fuera; la voz de papá cuartea las paredes y las hace sangrar. Hermano aprieta su nube con el puño y se va hundiendo sobre el colchón. Hermano calla. Mamá entra al cuarto, con la cara derretida y nos mira. "Vayan con papá y díganle cuánto lo quieren". Hermano se levanta y hace caso, pero yo me quedo frente a mamá, y su rostro se defragmenta poco a poco, hasta que no quedar nada en ella. Las patatas son buenas, pero no cuando se les come en exceso. Papá atornilla con sus ojos a hermano, y hermano nunca come, hasta que se levanta y yo como patatas de más. Las patatas antes no me gustaban, después me agradaron demasiado. Entonces comencé a comerlas de más y ahora no las quiero. Mamá tiene cara de patata. Papá tiene cara de patata. Yo tengo cara de patata. Hermano sólo tiene su cara, porque no ha comido patatas en semanas. Cuando papá come se ve el universo que se extingue en su boca, en la cucharita de metal. Mamá siempre come y nunca se ve nada, como si toda ella estuviera vacía y la comida sólo fuera a dar a un agujero negro. Hermano cuenta los cuadros en el mantel, los dedos a lo largo de la mesa, dobla la servilleta hasta que es tan dura que me puede pegar con ella. Hermano tiene las manos delgadas y pequeñas, y sus ojos son como dos naves en un puerto, y se pierden por la noche. Los ojos de papá son dos esferas azules, parte de su universo. Mamá no tiene ojos, y sólo tiene, en la cara, dos esferas oscuras que muestran ese agujero negro en su interior. Mamá dice "Ve y dile a tu papá cuánto lo quieres" y me salgo del cuarto porque mamá dice que yo quiero a papá, y mi hermano dice que mamá quiere a papá. Papá dice que él quiere a mi hermano. Entonces yo debo querer a alguien, seguramente a papá. Cuando llego al comedor, papá abraza a mi hermano y sus brazos se mezclan como la masa de las galletas. Llego y es como si fuera de ellos la casa, y mamá dice que la casa es de todos, de todos. Al fondo en el cuarto escucho a mamá, que dice llora de felicidad porque papá quiere mucho a mi hermano. Creo que tiene razón. Mamá llora por las noches y la oigo. Me acerco al comedor y está ella pelando patatas como si pelara cebollas, porque llora y llora más, y si le digo que llora me dice que es mi imaginación y me manda a dormir. Pero mamá llora por las noches y la luna disfraza las patatas como cebollas. Yo no sé por qué tanto alboroto; es sólo su cara de patata que llora, y a veces me duele pensar y siento que vomito, cuando pienso que algún día también esa me la tendré que comer, en exceso y en silencio.

Balada para Vos

Cuando yo tenía 15 años y Bariloche no era mas que la provincia donde mi abuela vivia, solía pasear con mi amigo Mariano, a lo largo de la hilera de arboles de frutilla colorada, que yo vislumbraba desde la escotilla trasera del auto de mi padre.

Mariano tenía 17 años y era de Rosario, vivia en el caserón de a lado contiguo al de los abuelos.

Ese verano su madre habia caido enferma y habían tenido que ingresarla al hospital , como la cosa iba para largo , el padre de Mariano decidió enviar a su unico hijo a pasar las vacaciones con su hermano. Un tio solterón introvertido de profesión profesor, que no tenía tiempo ni energias para dedicarselas a un chaval, de manera que el chico cada verano, se veía condenado a vagar por los jardines de ese caserón, persiguiendo lagartijas y tirandole piedras a los gatos.

Fue cuestión de días que nos conocieramos y nos hicieramos inseparables.

Nuestras diversiones no eran nada del otro mundo, el se reía bobo sobre mi acento particular, me llamaba mina gaditana por mi origen y decía que hablaba "suavecito" a pesar del seseo de mi padre inexplicable; preguntaba cosas sobre España y Mèxico mezclados con su tono italianizado y gracioso.

Me enseñó algun par de palabras en lunfardo, a cebar mate y escuchar a Gardel y su Tango
ataviado con su remera eterna del che y una boina, creo que lo hacia verse cómico, mi padre nos daba dinero que el llamaba güita y con una poca comprabamos quilmes.

Cada verano era fantastico, llevaba postales de Rosario y me mostraba fotos de el barrio de la Boca con casas de madera coloridas. Mi padre accedió dos ocasiones y nos llevó a Baires , había oportunidad de caminar por el barrio de san telmo, comer pizza y empanadas de tomate, en los boliches de palermo y Corrientes.

Perseguimos a las palomas frente a la casa rosada, comiamos migas de pan y el obelisco fue testigo de nuestro primer beso; Al morir la tarde emprendiamos el regreso. Desde el avión veiamos Puerto Madero y el Rio de la plata que nunca me pareció tan bonito pero Mariano lo describía tal, que siempre tengo imagenes poeticas sobre ello. Las tardes en Bariloche no eran tan bonitas como en Rosario, según el, y sus ojos se precipitaron los siguientes veranos bajo el filo de mi falda que el insistia en levantar para ver mi bombacha

Me hacían gracias sus palabras lunfardas pero mas nos hacía gracia pensar, que cuando fuera Primavera yo estaria en Invierno, a veces tirados sobre el llano nos restregabamos los ojos una y otra vez viendo al paso nubes grandes de miles de formas y todas las mañanas en esos veranos respirabamos como para comprobar bajo ese cielo, que todo seguia en su sitio. Nunca vi un cielo mas azul que ese.

Nos prometimos el uno al otro que a lo largo de los años nos enviaríamos postales para confirmar que seguiriamos "enganchados", pasaron algunos años y recibi del Barrio de la Boca, de Santa fe, de Córdoba y del la tierra del Fuego, en reciprocidad yo le envié otras cuantas junto con besos despostillados que me guarde a mi regresos atropellados. Después los envios cesaron, por separado y por diferentes razones ninguno envio mas postales.

El volvió años mas tarde en verano a Bariloche yo jamás regresé a causa de mi padre y su trabajo, mi abuelo alguna vez me contó que su madre murió irremediablemente y que la habían enterrado en Recoleta un cementerio renombrado en las afueras de la capital porteña, Mariano se volvió callado y reservado y jamás vi sus ojos aceitunados.

Cuando juega Boca Juniors me acuerdo de el, a veces los dias 28 de cada mes cocino ñoquis en su honor y aun conservo en mi billetera cafe aquellos patacones y una margarita seca que el me dió con esa voz de alocado que decia : ¡Viva! ¡Viva!",los locos que inventaron el Amor;
y un ángel y un soldado y una niña nos dan un valsecito bailador.

Nos sale a saludar la gente linda...Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!

Petates, catres y generales.

Las cicatrices con que la dureza del tiempo se hace presente en los rostros de, éstos, mis antiguos vecinos; ve su reflejo en el inanimado porte de la calle donde crecí.
Detrás de aquel muro encontrarás una vieja casona que a ultimas fechas sirvió solo como refugio de vagos y escondite de drogadictos. Yo mismo he pasado noches cobijado por la falsa cúpula celestial cuando mi hogar pierde el derecho se llamarse como tal.
Estos muros tapizados conservan la fuerza que contagia a quien roza el detalle que aquí vaciara algún talentoso entusiasta. Su historia se desvela en caída libre cuando se lee correctamente. Aquí, por ejemplo, podrían descansar los indios en sus petates, sus mujeres en catres, y sus hijas en las camas con los generales. Pancho Villa no tomaba, por eso nadie se explica su refinado gusto en licores. Es el olor de las mujeres, decía, lo que me embriaga; y los vinos comparten la acidez o dulzura al igual que una señora madura o una virgen descalza. Méritos para el cuatrero que hubiera descansado con seis sin huaraches en la alcoba de honor. Acá no se metían los hacendados por la pobre fachada de la casona que de lejos no se distingue entre una iglesia o un establo.
La casona se iluminaba en vida al grito de allá vienen los dorados. Refugio de ladrones, y cárcel y tumba para los cautivos de la revolución. Para la que fue construida y por la que ha de dar la vida. El esplendor que no se ve en las pompas citadinas se hace presente noche tras noche, de orgía en orgía en los patios traseros a donde los niños se les prohibía ir. Pero prohibido es una de esas palabras que la revolución tachara del vocabulario generacional: por eso el hijo de la Tomasa se fue a buscar a su mamá; con cinco años en la guerra, a sus siete no sabe donde está el límite que los adultos imponen en un lugar donde todos son infantes mentales. La Tomasa, así le decíamos todos, no procuró apagar el candelabro y, por esa maldita manía de las indias de dejar que se las cojan con las enaguas puestas, se prendió más rápido que la vela que le metían por el culo cuando su hijo entró preguntando por ella.
La calle donde mis otrora vecinos se reúnen para decidir el destino de esas ruinas de ilustre y vergonzosa memoria, si se permite la expresión, tiene tantas cicatrices como yo caminando de la mano contándole la historia a mis nietas.
¿Y que fue de la señora Tomasa, abuelo?
Disculpa, preciosa, a tu abuela no le gustaría que insultara su memoria.

Habika: la reina de Saba

Desde que llegó a esa escuela la llamaban así todos esos compañeros con abrigos oscuros y su cara blanca como la leche de vaca, que pensaban que eran mejor que ella pero en realidad eran tan desabridos como el matoke de su madre. Y los maestros no eran diferentes, pues la obligaban a convivir con otras muchachas africanas: creían que por el solo hecho de haber nacido en el mismo país tendrían que ser las grandes amigas, pero ni siquiera eran de la misma tribu: ella era masai y Narkeasha era afar. La pastora y la guerrera, ingleses estúpidos.

Cada receso recordaba las áridas regiones de su aldea natal: la choza de sus padres, hecha de barro y ramas cubiertas con excremento de vaca, el ganado que cada madrugada ayudaba a sacar del corral para poder ordeñar a su vaca favorita. Todos los momentos que se bebía la leche mientras que su padre bebía un poco de sangre para seguir fuerte se acabaron aquella tarde que Hakoon, un anciano de la tribu vecina, la pidió en matrimonio a cambio de 3 cabezas de ganado. Su padre aceptó contento.

Protegida por la noche huyó con su hermano Razi, quien no quería ser pastor toda la vida. Cuando llegaron a la aldea más próxima, vagaron por entre la multitud de vestimentas y colores: todos eran parias, escoria de cada tribu. Vio a aquella mujer cuya cabeza colgaba un poco pues faltaba un aro de su cuello, ya que se lo habían quitado por su infidelidad. ¿Qué culpa tenía ella de haber nacido un miércoles de luna llena y por lo tanto tener que cargar cada año un anillo más en el cuello? Costumbres que tenía que aceptar y jamás cuestionar.

El timbre la trajo de regreso al instituto. La mirada avergonzada de Narkeasha le indicó que sabía que conocía su secreto: en la tribu de ella aún se practicaba el njongal jigeen. Se lo habían hecho hace ocho años y cada día ardía como si fuera el primero: la ataron a una roca grande y, mientras la familia observaba algunos metros atrás, la anciana cortó los labios y el clítoris. Cuando empezó a suturar con hilo de caña (para dejar al final un pequeño agujero por donde saldría la orina), sucedió lo que jamás había esperado: gritó. Era tanto el dolor que no pudo reprimir un sollozo ahogado pero en el silencio del desierto resonó como un trueno. Fue inevitable: su familia la exilió pues no podían soportar la vergüenza provocada por esa exclamación ante el indescriptible dolor.

Así habían terminado juntas en esa institución, añorando cada vez más los colores y cantos de la vida "pagana", las costumbres raras que "deformaban" sus cuerpos, así como correr libres con animales "peligrosos"... extrañaba ser parte de una familia.

Todos los días rezaba por los suyos porque seguía adorando a Enkai en secreto. Ese señor de la cruz aún le daba miedo.

LA CASA DE DIOS

El niño se encontraba embelasado viendo el cielo. De pronto recordó que
una vez, su madre, le dijo que ahí vivía Dios. Pero también recordó la frase
de cada domingo del sacerdote de la iglesia de su pueblo, "bienvenidos a
la casa de Dios".

La duda invadió su pequeña cabecilla y fue corriendo a donde su madre
se encontraba:

-Mamá ¿Dónde vive Dios?
-En el cielo.
-¿Y por qué el padrecito dice que la iglesia es la casa de Dios?
-Por que así es, es la casa de Dios, igual que el cielo.
-¿Tiene dos casas?
-¡Uh! tiene muchas. Todas las iglesias del mundo son sus casas.

El niño puso una cara de asombro que la madre notó al instante:

-¿Qué pasa, hijo?
-No...nada...¿Creés que nos quiera regalar una de sus casas?- sus ojos,
brillantes e inocentes, miraban fijamente a la madre.
Esta solo agachó la cabeza.

-No, no creo.-Respondió con la cabeza abajo.
-¿Pero si tiene muchas? - insistia el niño.

La madre no dió respuesta ya al niño. El, al ver que su madre ya no diría
nada salió de nuevo a sentarse a mirar el cielo. Desde ahí podía verse la
enorme iglesia del pueblo, erguida vanidosa e imponente. Detrás del niño
se hallaban las casas de los habitantes del lugar, construidas con láminas
y cartónes roídos.Mirando al cielo y con voz de reclamo, el chiquillo dijo:


-Pero si tienes muchas.

New York City boy!

¿Te platique de la ultima vez que fui a New York?, si, ya sé que te caga ir a Estados Unidos, pero para mi NY no es Estados Unidos, no puedes entenderlo hasta que estás ahí. La primera vez que fui era una puberta, me quede muda cuando llegamos al John F. Kennedy, me valió si era un buen aeropuerto, ¡no podía creer la variedad de gente que había ahí!, estaba el mundo, ¡el mundo entero!, escucharlos a todos hablar al mismo tiempo, cada uno en su idioma, la salvajada étnica me impacto tanto que de verdad no hable hasta que tuve enfrente de mi a esa mujerzota policía de la aduana que me pregunto en español cuando había sido la ultima vez que había visitado los Estados Unidos, en ese entonces todo era más sencillo.

Pero la ultima vez que fui, esa si estuvo surrealista, porque me fui como en un sueño desde que me subí al avión aquí en México, ya sé que te da hueva que te platique de mis enfermedades, pero ¿te acuerdas de aquella vez que un Doctor me hizo veinte mil análisis, para saber porque ya no quería hablar con el mundo y me quedaba jetona halando con la gente a cualquier hora del día? , pues me salio, al final de pagar un pinche dineral en estudios, con que tenia hipotiroidismo, pa´ no hacértela larga, me dio unas pastillitas, chiquititas, que me las tomaba y daba vueltas como la mujer maravilla, charros, adquiría todos sus superpoderes. Me volvía bien girita, y para rescatar los años de oscuridad les dije a los cuates que iban conmigo que yo, que soy una chingonería, les iba a enseñar New York completito

Claro que ellos querían ir al Bronx y esas mamadas, si, yo les dije que si, como no, si se frikearon desde que llegamos al aeropuerto y nos hicieron quitar casi hasta los calzones, que tal que éramos terroristas, con nuestras carotas de mexicanos, ¿que no te ha pasado que cuando viajas te das cuenta de lo mexicanote que te vez? Pues tomamos un taxi y llegamos al hotel que estaba en la 42 y la quinta, yo ya hasta les había hecho el itinerario, ya sabes, hueva pero bien planeado todo. Una me salio con que tomáramos Le Car Rouge, o el Bus rojo, o el Turibus pues, ¿pero como chingados vas a recorrer Manhattan en carrito?, camínenle pa´ que vean, pa´ que huelan, para que en el primer semáforo atascado de gente en el que tengas que cruzar te des cuenta que Cindy Lauper es esa güerita chiquitita que esta parada a un lado de ti.

Al otro día ya estaba con el flaco esperando a todos a las 7 de la mañana en el lobby, nada de desayunar en el hotel, nos echamos un café en un starbuks del subway y a darle. Vamos a Battery Park y de ahí le caminamos para ir al ferry que nos lleva a La estatua de la Libertad, bonito ¿no?, yo acá los espero porque la neta si me mareo. Cuando llegarón me los lleve luego luego a la zona cero, “caminando anden, así se comen todos lo hochos que quieran en el camino”. ¿Vez?, pienso en todo, porque cuando se me agüitarón por las miles de victimas de los atentados, nomás los cruce al Century 21, pa´ que aliviarán las penas en el shoping. Yo, claro era el alma de la fiesta, les explicaba cada lugar, tenía una anécdota para cada ocasión, no me paraba la boquita, ni las patitas, brincaba y bailaba, les cantaba canciones y los hacía reir harto… hasta los deje tomar un taxi de esos amarillitos donde nos tuvimos que separar porque allá si nada de ir en la piernas si no esos árabes guapotes nos mandan a la diablo y no nos llevan.

Cuando nos toco ir a China Town, no manches, ni cuenta me di a que hora a la gente de ojos chiquitos se les hicieron grandotes y ya estábamos comiendo pasta en Little Italy.

Ya ni pa´ que te cuento los demás días, su buen humor se fue convirtiendo en un “ligero” odio hacia mi, no querían caminar más, medio me acuerdo que el Tikos empezó a preguntarles a todos si me habían hecho el antidoping, cuando les hice recorrer la quinta avenida, neta que no entendía sus jetas cuando los pare a comerse un pretzel en Times square, que no les caía bien el negrote ese que los paso a traer, y pequeñeces asi. Cuando nos metimos con unos paisanos de Puebla a que nos vendieron unas manzanas en un Deli fue cuando empezó a valer madre, cuando busque los dólares para pagar me di cuenta que se me acabaron las pastillitas, y el recuerdo de caminar del Museo de Historia Natural al Metropolitan y cruzar por el Central Park, ya no me queda tan claro, ya empezaba a ver todo como en penumbra.

Poco a poco fui dejando de hablar, y los pasos a acabarse, ahí si, deje que tomarán los taxis que quisieran, ya me valia madres.

Para que te digo si me viste muchas veces hacerlo, bueno, te cuento por no dejar. El caso es que habíamos hecho el plan de ir a cenar al Tao, que estaba de súper moda, hasta habíamos hecho la reservación un mes antes, si así de mamones, cuando llegamos ya estaba yo harta de haber caminado todo el día, extrañaba mis pastillitas blancas y solo veía las caras de extrañeza de mis amigos. Nos dieron la mesa y vi alrededor lleno de gente bien bonita, de mujeres guapas y altas, y de hombres musculosos y bien guapotes, ¡puro glamour!pero los veía en cortos, de cada vez que cerraba y abría los ojos, asi que me levante al baño y me encontré con una costarricense que te daba la toallita de tela para que te secarás, por supuesto, me hablo en español, ¿Qué mierda de país es este que esta lleno de migrantes?, Nueva York es “todos”, los españoles, los chinos, los jamaiquinos, los hindús…y las mexicanas que se quedan dormidas paradas frente a la pecera gigante de uno de los restaurantes más famosos de Manhattan, que esta en New York, que esta en Estado Unidos, que esta a un lado de mi país que extraño y que en algún lugar recondito contenía mi camita, si aunque me regañes, extrañaba mi camita.

Y tanto la extrañe que en las fotos que después me mandaron por mail, salen todos diciendo Cheese!, alrededor de un bulto que si vez con detenimiento, descubres que es la que te platica ahora, dormida y recargada en una silla.

De todos modos, ahora que resulto que no era la tiroides, ya no uso las pastillitas, asi que te aseguro, este año que viene, ¡me voy en primavera por decima vez a New York!, igual y me encuentro otra vez a Al Pacino.

私は日本

El niño viró la mirada hacia su abuelo, un hombre de edad avanzada, complexión delgada y abundante barba blanca, vestía su vieja pero elegante yukata que había pasado de generación en generación por los últimos 600 años, todos sabían de que se trataba, era parte de una antigua costumbre en la cual se preparaban para abandonar este mundo y reunirse con los héroes del Japón, tenían ese privilegio por la historia que su dinastía plasmó con rojos kanjis de sangre en la dorsal de su patria.
La ceremonia estaba a punto de comenzar, la familia completa estaba sentada sobre el tatami de impecable limpieza, todos rodeando al sabio hombre de canas impregnadas de cualquier cantidad de sentimientos. Era cuestión de tiempo para que el viejo empezara a hablar, sobre la tierra que le vio nacer después de que el sol partiera el horizonte, de la patria que respetó y amó durante toda su vida, del país del sol naciente.
Y el viejo inició.
Mi honorable madre preparaba un platillo delicioso, cuando niño, siempre adoraba los miércoles, porque sabía que era miércoles de Gyoza, todas las mañanas de miércoles la acompañaba al mercado por los ingredientes, caminábamos por las laderas del río Tama hasta llegar a las plantaciones de arroz en las faldas del Fuji-san, cada día veía con el mismo asombro a ese gigante que, a decir de mi madre se trataba de una diosa dormida que despertaría cuando su pueblo más lo necesitara.
Llegábamos al mercado y había cientos de personas, una combinación de olores agridulces se percibía a la distancia, y todo un espectro de colores deleitaba mi mirada. Mi madre escogía las mejores legumbres para la cena, se veía tan feliz en el acto, cuando terminaba, de su monedero sacaba algo de dinero para pagarle al amable mercader, después de algún tiempo me di cuenta que tenía una moneda antigua con la que nunca pagaba sus compras, un día le pregunté qué hacía especial a esa vieja moneda, si tenía un orificio como el resto de monedas e incluso se veía deteriorada, después de eso me abrazó y se puso en cuclillas frente a mí, apretó mis cachetes y me dijo que algún día lo entendería y que ésta representaba más que una simple moneda .
Al regreso pasábamos frente a los cerezos, lo cual me recordaba lo fantástico de la tradición del Hanami cada año, en aquel entonces disfrutaba del Hanami como nadie más, adoraba ver los pétalos caer como si fueran aves planeando en el horizonte, después jugaba con ellos y los arrojaba hacia arriba para que cayeran sobre mí.
Hoy mi vida se extingue, y por fin he entendido el significado del “Deja que el viento desprenda tus hojas de cerezo” que algún día mi abuelo dijo en día muy parecido a este, entiendo que los años de mi vida puedan ser resumidos en los cinco segundos que tarda un pétalo de flor de cerezo en llegar al suelo, entiendo el significado de aquella moneda vieja y deteriorada que representaba el hermoso compromiso entre mi madre y mi padre, y lo más importante, entiendo lo que significa pertenecer a esta raza de ojos rasgados y amar a mi país por sobre todas las cosas.

Doñas señoros y Don caballeras!

Las personas encapsulan lo que es un hombre, lo que es una mujer; y por mí no hay problema, aunque no sé qué soy. Me bofeo de risa cuando dicen que aquello es tan de niñas, que aquello es muy varonil. Basta pulsar un botón para que todo se convierta de mujer a hombre, y al revés también. Sé que no es necesario mencionar el sujeto en femenino o en masculino, decir que me encantan las ellas, que no existe el placer más grande que comprarme unos zapatos, que me apesta la boca, que siento mi piel tersa (como nunca). Todas esas son estupideces, de que el hombre y la mujer. De que son distintos, que son iguales por dentro, y como me chingué a Susanita y ya soy bato por default, y demás palabras puestas porque claro, soy un tipo. Por supuesto, soy mujer, y soy una puta, una niña inocente, la buena, la mala. Y todo aquello en los zapatos del otro, visto un hombre como piensa una tipa, y encaja una dama como ha de pensar un supuesto hombre. Que las palabras se ahogan en tintes de si tienes dos X, o se me asoma una Y. Pero a mí no me parece suficiente, y me da escalofríos de sólo pensar como escribe una ella o cómo se las entiende un él.

Para mí las barreras nunca han sido puestas, aunque los libros de química, biología, y demás madres que nos dan en la escuela nos dicen "Esto es de caracter femenino", "Esto es totalmente masculino", y me embriaga eso, me desespera. "Hola, soy un hombre y no tengo sentimientos", "Mucho gusto, soy una mujer y voy a jugar con los tuyos" y los mil y un clichés que hay sobre eso; todos intentan evadirlos y no reconocerlos: decir una mujer que no, que ella si conoce a los hombres. Y un aquél por qué no? el de la esquina, te dice: yo tengo mi lado femenino, estoy en contacto con el (por supuesto que sí de verdad en serio). Pero ni la mujer piensa como hombre ni el hombre piensa como mujer, porque aunque pudieran hacerlo, esa idea tan espectacular y única, de que al ser hombre pensaré así, y por ser mujer actuaré de esta manera, nos envuelve, quieran o no, esa manía incontrolable de volver a encasillar, de sepultar hasta los huesos, de vomitar palabras y más abortos sin sangre, con tinta; mil y un palabras que ya desearía nunca haber escuchado, en esa eterna demostración por el saber pensar más allá de (de ser hombre, de ser mujer. De poder desenchufarte el pene y hacerte una cortada en medio. De quitarse los senos y jugar con un falo inventado, el que quieras -Hay para escoger-)

¿Cómo ha de pensar un hombre? ¿Qué se siente ser mujer? ¿A mí por qué me preguntan? Yo no tengo nada que demostrar ni enseñar; soy un híbrido con patas, con sexo se supone, y muy en el fondo sabe que no. Soy sólo un Don señoro, un escrito chimuelo. Soy sólo un vómito de esos que dice la gente juegan a ser hombre y saben son mujer, de esos que se sienten mujeres y awebo que son tipos como tú y como yo. De ahí a algún dia tal vez especifique, si me gusta ser varón y adoro sentirme fémina. Soy una fémina (sí soy una fémina) pero no me mires así, sabes que soy hombre, no compliquemos las cosas. Aquí termina el post, y no puedo decir quien soy, ni qué soy. Podría decir que soy un hueco descalabrado, y jamás una mujer que piensa como hombre ni un don pensando como doña. Sólo un robot sin nombre, que se desconecta y carga batería, y que de vez en cuando se le escapa su mujer tan niño.

En los Zapatos del otro

Nadie parece entender de verdad que es la separación en todas sus dimensiones. Ni yo mismo, que las he experimentado en exceso. Me vuelvo práctico.
La cuestión con nosotros es casi como los accidentes, en algún momento del trayecto abandonas el sitio, la victima y sus consecuencias sin dejar mas explicaciones.

Antes de la separación el amor se vive como un malentendido , el amor se acaba a veces y desde fuera se ve siempre como otro gran malentendido que hay que finiquitar en segundos. Quienes nunca se separan viven malentendidos, ya sean felices (por fingir) o infelices (por comodidad).
Allá ellos pero que nadie me venga con cuentos.

Una relación larga, insisto es otra patología. No es ejemplo de salud, comprensión o entendimiento. Decia un teólogo polaco, en Amor religión y política, "la realidad es lo que la gente realmente quiere creer"... el malentendido sostiene esas tres actividades humanas.

Yo nunca duré tanto tiempo con las mujeres en mis relaciones, después de tres divorcios hasta ahora veo las cosas en su justa dimensión: Mi malentendido público mas reciente es que acabo de separarme de Susana, la mujer con quién compartí una intensa vida sexual por mas de tres décadas. Cuando lo digo, otros amigos mios ríen incrédulos porque prácticos como yo, desenchufan el corazón y desactivan a las personas sobre todo a las mujeres que tienen que ver intimamente, nadie vive según nuestra naturaleza masculina una intensa relación con una sola persona.

Pero hoy es mayor mi sorpresa, cuando impávido les cuento que en estos treinta años he vivido 3 divorcios, hasta ahora había tenido a la misma amante, Susana y hoy se han intercambiado los papeles.

Sin parsimonia aparente se ha llevado sus cosas, ha salido por piernas sin dejar rastro de ella. Ha dejado de quererme, sufrió un "cambio de corazón" según ella y ha desenchufado las cosas, ha dejado una nota en la mesa de noche con un a frase sola en letras rojas entrecomilladas - "lo siento, me enamoré"

Debí de haber abusado mas de ella y no de mi confianza. Este malentendido me quema.

Los zapatos de la de la falda.

Ayer pasó como ha pasado cada viernes por los últimos dos meses. Me pidió que le ayudara con no se que cajas atrás de su tiendita. No se por que la gente como él siempre tiene nombres como Abundio; y no se para que me pide que le ayude si al final ni una caja cambia de lugar. Siempre va con lo mismo, que me levante la falda, cierre los ojos y cuente hasta cien. No importa cuantas veces le diga que no me molesta, siempre ha de tener el pendiente de que si estoy cómoda. Me deja agarrar lo que quiera de la tienda sin pagar, así que está bien.
Pero ayer pensé algo que no se me había ocurrido. Tal vez al principio siempre reaccionamos lento y por eso me tarde dos meses. Después de salir de la tienda fui a casa del papa de Pepe. El señor lleva como cinco días sin trabajar por que se rompió una mano en el trabajo, o eso dice. Siempre me sale con que me estoy poniendo bien guapota y que voy a traer locos a todos en unos años. Le pregunté si me dejaría usar su bicicleta si me levantaba la falda. Creí que no hacía diferencia pues el no puede usarla con la mano como la tiene. Yo cierro los ojos y cuento hasta cien, bueno, doscientos. Después de un rato se decidió. Me regaló la bici con la condición de que lo visite cada lunes. El miércoles fui en la bicicleta hasta casa del maestro Renato para pedirle que me ayude con las calificaciones. Voy mal en historia. El maestro Renato no quería ni que contara hasta cien o doscientos. Quería cinco minutos y me ayudaría con las otras dos materias que enseña. Así los dos enseñamos y aprendemos, me decía.
Ahora son cuatro meses desde el día que el señor Abundio me ofreció remendar la falda roja que me había regalado mi mamá. En la escuela tengo cuadro de honor; con lo que me llevo de la tienda y lo que me dieron por la bici me compré una motoneta.
Ahora ya no tendré que pedirle al mañoso de Pepe que me acompañe al panteón a visitar a mis papás. Siempre quiere que me levante la falda en el panteón sin darme nada a cambio.
Hay gente muy abusiva.

Y los que no son abusivos, simplemente cansan por aburridos.

Tribuna

Debe haber unidad de género, por eso hoy, vengo a contarte mi historia: mi nombre es Efraín, y soy un hombre cuyo comportamiento ha sido sistemáticamente encasillado como "erróneo"... o soltero empederido, como te plazca.

Pensé en la ocasión que lo ví la primera vez: perfecto como pocos. Casi me agarré a putazos con el albañil que llevo dentro para no estirar la mano y tocarlo. Pero que verga. "Oye que buen culo tienes" debería ser el halago más chingón pa las viejas. Que los ojos ni que madres, tener un culo que llame la atención cuesta trabajo y deberían estar orgullosas de eso. Pero claro que no solo pienso en acoplarme con todas las mujeres. Obvio mi pentapichichi, mi jale, mi música y los compas ocupan un lugar cercano a mi corazoncito de gorrión pitero.

Pero es bueno tenerlas cerca: son protegibles, suavecitas y no puedo estar pagando una puta cada quincena. Así que en aras de una economía relación estable la invité a cenar. No hay pedo, ¿qué difícil ha de ser si he desarmado y vuelto a armar todo lo que se me ha atravesado en la vida? Carnes, armas punzocortantes, cocina y verduras. Peleishon.

Tenía tres horas antes de que llegara ese par tan bonito con todo y su dueña, un chingo, considerando que mi santuario ya no olía a pacuso. Además ya estaba todo listo, yo no sé como las viejas pueden pasarse tanto tiempo en la cocina/maquillándose/hablando si todo es tan sencillo en la vida. ¡Y como preguntan!¿me veo bien?¿me quieres?¿me das un abrazo?¿y si me quitas mis matemáticas que sería yo?¿cuando me llevas al cine?... Siempre quejándose y queriendo arreglar todo con un pinche pretextito o analizando cada gesto que hacemos: una vez me dijo la bitch en turno que el cáncer testicular es la primera causa de muerte en varones sexualmente activos. ¿Que provocó éste comentario? Me rasqué un huevo... antes no me llevó al hospital.

Pero bueno, llegó a mi casa con una madrolita de colores que puso en la mesa, se aferró a ayudarme a servir: agarró las servilletas y se aventó unas grullas o no sé que madres con ellas, sacó todos mis trastes y les encontró un lugar en la mesa. Total que seguimos "platicando": yo escuché como el mundo era malo con ella y recibía a cambio todas mis condolencias que había repetido como mil veces frente al espejo mientras admiraba mi bien formado abdomen. En esto pensaba cuando la wey espetó:

-Me duele la cabeza.
- (¡Y a mi los huevos!) Ah pues en el botiquín tengo sedalmerck, aspirina, naproxen, cafiaspirina, ergotamina, deshidroergotamina, rizatripín y unas bien chidas que me regaló el Mono.
- Pero estoy tomando vino, ¿no me hará daño?
- No no, el efecto será más rápido ( A mi no me haces pendejo, quieres que te ruegue. Pos dime que no además que ya sabías a lo que venías, mamacita).

Cambié la música de fondo por una menos sugestiva pq los pugiditos de los bedrooms rockers hacían que me sintiera algo duro y si ella veía el pinche animalote antes de tiempo se le iba a ir encima y pos no, tengo que alimentarla para que aguante.

Siguió hablando y yo imaginándome esos labios en otras partes cuando de repente, se echó a llorar. Neta, neta, yo la vi. ¡Casi me cago! Yo imaginándome la mamada de mi vida y esa chillando a mares: que los príncipes azules, el reloj biológico, la araña de su tía, el pendejo de su jefe bla bla bla bla...Poco me faltó para correr por todo el depa como gallina sin cabeza ¡Abrázala zopenco!

Y mientras la abrazaba mi pene erecto se frotó contra su brazo... huelga decir que el derrame de mis chamacos crudos la sacó volando de la casa.

Si compañero: toma mi ejemplo y empieza a ahorrar para una muñeca inflable.

MUJER

Niña-Mujer





El solcito salió entre mis piernas hoy y cuando salía todo ese brillo, vi
que salías tú también.
Tus ojitos me miran desde lejos y me tuercen como hierro fundido y me
duele abajito, tan silencioso, que ya no lloro más de dolor, sino de frío.
Como escarcha, el corazón me quedó helado, como vino se embriagó el
espiritu y de tu mano salieron cabezas reptando hasta mis labios.
Ya no estoy más triste, porque ya no soy niña, ahora soy mujer. Ahora
soy espia y me quedo bajo tu cama y escucho cuando hablas con la luna
y le dices que ya no me quieres, porque ya no soy niña, porque soy
mujer.Y yo le digo al viento que te diga despacio al oído que yo si te quiero,
porque si ya no soy niña es gracias a ti, porque tú me has hecho mujer.













Soy una Puta



Soy una puta, me subo en tu auto te chupo la polla, te echo
dos polvos, me clavo el freno de mano, mierda la proxima vez
que sea una camioneta, soy puta vienes a mi, te doy mis
senos, duros, grandes, bien puestos, los acaricias, los quieres para ti,
voy a la cocina cojo un cuchillo y una bolsa, me los corto
y los meto dentro de la bolsa, ya tienes un regalo mio
para cuando cumplas los años, yo los cumplo cada vez que hago
el polvo 1000, oh ya te vas, no pasa nada otro dia nos
veremos... pero prodias pagarme, no? que para eso soy puta.
¿cuanto es señorita?, pues..... con un te quiero me es
suficiente. ok, pues TE QUIERO, yo a ti tambien,
pero te quiero ver desangrado, saco el cuchillo con el que corté mis tetas
y te corto el estomago, MUERTO VAAAAAAAA¡¡¡,
no importa ya cobré. muack, muack, esto son dos besitos por ser
buen cliente.




Los tipos duros

Los tipos duros no bailamos, no como tú quisieras.

Reflexionando solo se que quiero brincar y volar por esta ciudad que me atrapa y sofoca mi alma perdida. Disfrutar mis días oscuros y revisar los detalles de mi melancolía.

Chales... todo comenzó: Ver por primera vez tus ojos, la atención que reclamaban, el deseo de verlos, de caminar a tu lado.

Los chicos duros solo queremos beber de vez en cuando, con el par de amigos que elegimos, beber hasta perderme, no se extrañen si piensan que mi estado es de inconciencia, solo quiero embriagarme para no pensar, no pensar en la gente que odio y parece que tu necesitas para poder respirar.

La tentación: el simple deseo de tomar tu mano, de mirar tus labios... de sentir tus huesos

A los tipos duros nos gusta caminar en las calles de madrugada, toparnos con borrachos indigentes y saludarlos con la mirada, correr y pisar las ratas que salen cuando pateo los botes de basura, correr y escapar, no se de que, pero sentir que nadie me puede alcanzar, ni tú.

Y los sueños, incansables combatientes, sin piedad florecieron... y las ilusiones, salvajes y lluviosas, detonaron la noche en diez mil estrellas...

Los tipos duros se deprimen por causas desconocidas, por evitar lo que no quiero pensar, dibujo y escribo veloz lo que me inspiras, y no quiero, asi que me alejo cada vez que noto que logro captar tu atención

Y mi corazón, guerrillero indomable, contraatacó con granadas de mano...

Y me acerco, para robarte los besos ansiados, para hablarte durante horas mientras caminamos por la ciudad que los dos amamos, pero me mantengo distante, es extraño aceptar que eres un encanto, y a los encantos los guardo en mi casa, junto con las hojas muertas, con los dibujos perdidos, con las notas pendientes por tocar. Brinco y hago malabares extremos para contagiarte de esto que siento. No me basta cojerte como a las demás, no quiero acercarme tanto porque temo que dejes de ser eterna, solo quiero ver tu boca, mientras hablas, acompañada casi siempre de sonrisas, robármela sigue siendo la opción.

Mil dioses y perros de guerra murieron en batalla... y luego (en un sólo instante) mi corazón guerrillero, en brutal estrategia cayó... enamorado.

No debiste descubrirte, te encontré tan mortal como todas las otras, me engañaste y fuiste tan obvia que aún cuando te di oportunidad de redimirte, fuiste tan vulgar que lo echaste todo a perder.
Ahora el que estés bien buena no es suficiente, esa que yo anhele esta muerta, y tu para mi, no eres ni lo más cercana a su alma. Me voy porque no quiero estar más, ni cuando sea necesario.

Los tipos duros preferimos estar con nosotros mismos, nada más.

Pablo J. R.
(Por y Para)



La ironía de María.

No recuerdo exactamente qué es lo que estaba soñando, de seguro alguno de esos hechos que de sobra sé que nunca voy a ver realizados en mi vida, como casarme con el príncipe de Asturias, vivir en un lujoso condominio en Côte d'Azur y trabajar en una organización protectora de los derechos de la mujer, no sé, pero lo que sí es un hecho es que me encabroné cuando mi esposo, el Goyo, me levantó y despojó de los brazos de Morfeo para que le hiciera sus burritos de lonche, dos de machaca y dos de frijoles, su bolsita de salsa chipotle que tanto le gusta y su licuado de nopal, nada más, nada menos.
Hace 20 años no me imaginaba en una situación tan monótona, bien me decía mi madre, “María, Ese cabrón no te conviene!”, pero yo, partidaria de la idea de que el amor lo puede todo, de que Goyo se derretiría cada vez que le dijera “te amo” al oído y que los 3 primeros años de felicidad del matrimonio los n-plicaría , me pase todos los tabués y clichés por las jorobas del camello y me case con ese cabrón. Pues total.
Antes de estar casada la palabra libertinaje era mi estandarte, juraba y perjuraba que estar dentro de una casa, limpiando pisos y lavando trastes, cuidando chamacos y viendo novelas populares sería lo último que haría en mi vida, de seguro le arruiné la vida a muchos de mis ex novios al dejarlos y el sabio karma hiso su trabajo. Pinchísimo karma hijo de puta.
Aunque debo decir que no todo es malo, que la primera palabra de una personita que engendraste sea mamá, refiriéndose a tí, no tiene madre, bueno si, yo mera, já! que pendeja, que el pinchi Goyo me sorprenda de vez en cuando con un regalito de aniversario o una notita en mi almohada diciendo al final que me ama también me vacía un costal de mariflowers en el estómago, la idea de que la menopausia llegará y que ya no habrá necesidad de comprar toallas sanitarias o pastillitas de la felicidad también es un buen factor, con las depresiones y todo eso ya veré como me las arreglo.
Mi hijo el menor me preguntó hace unos días que si cuando agarré color, quesque porque la vida antes era blanco y negro como en la tele, y no puedes explicarle a tu hijo menor que la tele no siempre dice la verdad porque le arruinas la pinchi vida al pobre.
Cuando pienso en todas esas cosas me pregunto que podría haber sido de mi vida si no me hubiera casado con Goyo, probablemente ahorita estaría ejerciendo mi profesión, en algún despacho, con mi traje sastre y mis tacones elegantes, divorciando gente, dando fin a las peleas, y defendiendo a la mujer siempre que fuera justo y necesario, después de una larga y cansada jornada de trabajo llegaría a mi departamento en el piso 9 de algún edificio, le hablaría a Daniel, mi joven amante particular y cogería de lo lindo para olvidarme de los problemas de los demás que por una generosa cantidad de dinero los haría míos también, al otro día, me levantaría, acariciaría la cabeza de Daniel y me iría sin decir adiós ni dar bendición alguna. Alguien tiene que divorciar a la gente.
Entonces después de una pequeña reflexión agradezco al destino y al pinchísimo karma hijo de puta que me tengan en esta casa, lavando trastes y limpiando pisos, cuidando chamacos y viendo novelas baratas de productores mediocres, claro, con dos pequeños que representan una bolsa de emociones diarias y un esposo que aunque ya no es el mismo que conocí hace algunos años tampoco me exige mucho, y me evita sentir la necesidad de pagarle a una araña, lagartona y cusca para que escuche mis problemas y me cobre por algo que de antemano ya sé, a doña María nadie le enseña a hacer mole, dicen.

Yikes, Mr. Doherty!

Cuentacuentos y a veces me da por fingir ser seriesota. Nací en la tierra y aquí me criaron. Lo segundo me consta, lo primero no. Así como me han dicho que soy niña, que tengo un papá, una mamá y se supone que un cerebrillo por ahí amontonado. Me da risa casi todo, y lo que no me da risa espero algún día me dé. Tengo venas de Maruchan por las que corre México, China, España y Portugal, lo que da por resultado un rostro de caricatura, y un yo de lo más inventado y fantoche. Como soy una persona esclavizada a la imaginación, a veces me pregunto si no llegará un momento en que me invente a mí misma, si no es que lo he hecho ya. Hago cosas productivas a las que todos llaman Ocio, y aquello por lo que medio mundo se desvive es justamente a lo que le huyo, y entonces me pregunto por qué fucks terminé haciendo un blog... pero bueno, cositas raras del destino que el elefante con un chingo de brazos inventó. ¿Que si soy buena describiéndome? Fuck si, soy la mejor. Hago lo que me gusta y me encanta disfrutar de lo que hago. No hay nada relevante que decir sobre mi persona, todo lo anterior fue por mero requisito para llenar espacio y porque me gusta creer que me conozco, ¡Go Wild Cats!

P.D- Sí, yo escribiré los domingos; por si alguien no se había dado cuenta.

La Penúltima de la Fila

Conozco la frase "sábado alegre" .. y es ironía cuando el optimismo no este dentro de mis genes;
aunque no esté contemplado en mi lista ... en medio de la fila podrían pellizcarme en cualquier momento por decir que los sábados mios me lo tomo con humor, no pensé que me tocaría un sitio dentro de este blóg. Por fin llegó mi turno

Decidí que un buen comienzo en esto de las presentaciones seria hacer panfletos o pancartas con mayúsculas en tinta endeleble, sin embargo las ideas no se adhieren aun sean con tinta roja y siendo la penúltima de la fila, mis ideas en fin de semana vuelan dispersas y distraidas en el aire, como locas de atar justo como en aquellas épocas donde afuera de los conventos algunas mujerzuelas abundaban

Las ideas a veces un tanto rebeldes no se prestan para presentaciones cortas al menos para alguien complicado como yo ; Por lo pronto diré que a veces estoy tan bien que debo sentarme a llorar, para dejar salir la alegría porque el optimismo no es algo que me caracterize. Conmigo no es fácil descifrar que es el humor o la risa, menos sus consecuencias. La risa para mi es un acontecimiento mágico inesperado que irrumpe en nuestro bienestar y hace que trascienda frente a nosotros la realidad ordinaria en la cual habitamos.

Reír es un placer pero es un placer fugaz, igual que la felicidad; a veces un poco involuntario, poco se parece a un orgasmo. ese alterado de conciencia al alcance de todos, el antídoto del miedo o de la rigidez.

Incluso cuando es insoportable el desfogue de uno mismo uno ríe, coje, llora o compra. La gente toma toda clase de terapias contra las drogas, contra la depresión, contra el sexo, contra la soledad, yo no soy fanática de la felicidad pero si vamos a insistir en ellas yo mejor escribo.

La vida a veces pesa tanto como si cargaras bolsas, justo a punto de reventarse, esas cosas que arrastras porque pesan tanto, padecen de demencia y reniegan a la menor provocación y creemos que necesitamos asideros en automático e irónicamente, los depresivos son asideros momentáneos como la moda, el fanatismo, las compras de pánico y el amor ... Es mas doloroso conocerte que cumplir con un rol impuesto por la sociedad y no me refiero a conformarse, siempre es bueno buscar ser mejores y sentirnos de ese modo pero sin apego a lo que no tienes y tampoco a lo que no necesitas, así que no amo ir de compras, odio las filas ni soy compradora compulsiva. Yo por eso tengo un blog, me ahorro psicoanálistas; la alegría la he puesto entre comillas en mi vida y el amor entre paréntesis, el sexo seguido de puntos suspensivos sin vales ni promoción.

Quizá es que las cosas de la vida no pesen tanto pero soy exageradita, al menos el ultimo año, menos fuerte y pareciera que he estado formada y confundida entre tanto barullo y vitrina es difícil entender. Algunos pasan e intentan colarse por el frente o meterse con carritos llenos aprovechándose del aspecto de una, pero yo suelo ser muy práctica en esos menesteres y seguro que me he ganado a pulso miraditas o puñetazos por ser tan clara o transparente.

No suelo quejarme tanto, digo lo que me gusta y lo que no me gusta, mas bien la circunstancia es que digo las cosas de golpe y porrazo, los que se cuelan se hacen los que no miran y mantienen su puesta con indiferente frialdad otros se siguen de frente con mala educación, y entre que el alboroto continua hasta alguien de pronto pone orden o serena todo

Por azares del destino y sin pretensión este sitio me abrió sus puertas y yo vine volando como si estuviera de oferta en pleno sábado. Creo que ha sido un buen comienzo venir a merodear por aquí puesto que la rutina y mi tiempo se han confabulado y solo en sábado puedo disfrutar de libertad. Las Palabras que me definen son tantas y ninguna casi como artículos de supermercado pasados por el lector electrónico: rara,dedicada, poeta hipocondriaca, simple, explosiva, respondona, serena, ciclotímica, radical, hereje,física complicada, sensible,aspera, lujuriosa, mordaz, directa, culta, selectiva, compulsiva, visual,delicada, alivianada, parca, impaciente, loca,rítmica, sentidita, sexual, neura, kitsch, cursi, mimada, caprichosa, cursi, inteligente, intensa, ordenada, sutil, sincera,ezquizofrenica, sensible, miedosa, parcial, insaciable, divertida, diestra,objetiva, artística y rara

contabilizados los artículos, eso es todo, creo que no se me ha pasado nada.

Antes de engancharme a un nuevo anzuelo, olvido quitarme siempre el otro que tengo encarnizado ya a la piel y por eso supongo que mis ultimas relaciones no han funcionado, aun no decido si lo arranco o llamo a un cirujano con tino preciso, he ahí la consecuencia de lo que escribo, de mis amores perdidos extraviada entre los artículos contabilizados aun no hallo la brújula, el antídoto, el mapa o al pelmazo. La vida en general es como el supermercado, lenta, incomoda y a veces llena de cosas insoportables como el tedio, el tiempo, la soledad y el vacio.

En cuenta letras no creo ser tan distraida o despiste como en el amor ...me hago mala promoción, soy mezquina con esta presentación, pero hoy no pienso si vivo en blanco y negro o si sueño a technicolor, mis post no van con "sabado corto" me extiendo, me diluyo, a veces olvido mi dislexia cambio o sustituyo letras.

Por algo estoy seguro en sábado en la fila de Cuenta letras.

Besiu Beaucop.

El buen presentador

Pesadas cortinas de terciopelo rojo con borlones dorados se usaron para evidenciar la pompa del advenimiento. Cortada la media noche, las piernas del telón se despejaron con destreza por los artistas anónimos que fueron contratados por separado guardando todo cuidado.
A través de la neblina de incertidumbre hacía presencia aquél magro ser del que se decía tener trato secreto con el primer muerto en la historia. Su desplazamiento en escena es rúbrica personal; nadie podría asegurar que mueve los pies pues nunca se les ha visto. Esa enorme máscara sin rostro cautiva sin remedio como la duda que guarda el abismo.
Lee la mente de las masas, dicen unos; te hace ver cosas que no existen, insisten otros curiosos reaccionando al efecto del ansia. Aquellos más atrevidos no le elevan más allá de un buen presentador. Con solo doce horas de aviso anticipado, los asistentes abarrotan el lugar doquiera que éste se anuncie; pues la ciudad es escogida al azar; ora en Atenas, ora en Brasilia.
En derredor proliferan rumores que hacen del morbo un postre entregado a pequeños bocados con cada movimiento, cada pase y cada grito de instrucciones. El acto de La mujer destripada será, obedeciendo la costumbre, ejecutado solo una vez. Después vivirá en el recuerdo de los espectadores, provocando millares de columnas y primeras planas en todo el orbe; inspirando libros y guiones cinematográficos, alimentando, como ha sucedido desde hace veinte años, el mito que provee fuerza vital al buen presentador con máscara sin rostro y que flota en escena.

La iluminación en la sala se descolgó poco a poco del acondicionamiento temático dispuesto. Miles de miradas se ubicaron en el personaje cobijado por una luz solitaria que permanecía inmóvil esperando el momento preciso.
Una fracción de segundo en la oscuridad supo a eternidad; todas y cada una de las mujeres en el recinto, incluyendo asistentes en escena, boleteras y acomodadoras, yacían con los intestinos expuestos; niñas tiradas junto a sus madres en profundos charcos de sangre manteniendo a flote entrañas y vísceras arrebatados por sabrá Dios que fuerza.
Los hombres no daban crédito y, entre alaridos, rogaban despertar de la pesadilla; eso para quienes no desmayaron en el instante o volvieron el estómago junto a otros que encontraron en el llanto el mejor refugio.
En escena solo el presentador permanecía inmóvil; indispensable para mantener equilibrada la dualidad realidad/ilusión. Bañadas en sangre, llanto y vómito, doblegadas por el dolor; ensordecidas por gritos propios y ajenos e innumerable cantidad de maldiciones, atestiguaron su propia muerte junto a otras de igual suerte.
En claro arrebato iracundo, un asistente soltó los restos de su amada para vaciar toda su fuerza en el presentador.
Fue hasta que se cansó de golpear máscara molida y ensangrentada que vio lo que sucedía. Miles de personas en perfectas condiciones de miraban absortas su crimen. Ver a su novia en primera fila sin siquiera un rasguño lo arrojó a la locura. Su desicha le hizo azotar la cabeza contra el suelo en insano frenesí que pronto acabó.
Al día siguiente se pusieron a la venta las entradas para la próxima actuación programada a un año con ciudad por confirmar.

Soy Adrián y de este pasquín el viernudo me toca ser.

Prólogo

Despertó pensando en el cuchillo que mamá compró hace tres meses. Sepa la chingada que soñó pero no podía apartarlo de su mente: mango de madera, esbelto y la hoja afilada con relieves opacos. Mientras lo usaba para matar verduras quiso encajarlo en su brazo. Dolería pero quitaría la ansiedad de ver correr sangre por toda la mesa. ¿Y si se dejaba de pendejadas y de una vez en seco al corazón? Se basaría en el lunar del seno derecho como origen y correría con los positivos sobre el eje de las abscisas, elevándose 45 grados hasta encontrarlo. Sus amigas decían que era como el Jefe Programador Twisell: eternamente con un cigarrillo en la boca y una calculadora por corazón. Habrá que comprobarlo: cuando lo tenga en mano sonreirá por haberle dado en la madre a la teoría que tantas veces alegró las borracheras.

Las ideas de diario: tomar un corta uñas y uno a uno cortar a la mitad sus dientes. De sólo imaginarlo sus ojos lagrimeaban por el dolor inexistente; encendía un cigarrillo para que el humo distrajera su mente y la llevara con el viento hacia lugares lejanos. Por eso evitaba cortarse las uñas, pues si un día se desconcentraba al hacerlo su dentadura pagaría el precio.

Psicótica según sus fieles espectros tras el espejo; tierna, pendeja y divertida según su jefe… nadie la conocía lo suficiente para atreverse a dar una descripción que la dejara satisfecha por un momento. Ese día, parada al filo de las escaleras pensó en volar: dejarse caer y que el destino de su cuerpo lo decidiera cada escalón, al fin y al cabo, no pasaría nada. Siempre hacia abajo pues sabía que la sensación que experimentaría antes del impacto era lo más cercano a la libertad de toda su puta vida. Hacerse daño. Cruzar la calle en un lugar inadecuado, perder el pie en un escalón. ¿Y porque no dañar a alguien más? Una burbuja de aire en la yugular, dosis regulares de cloruro de potasio o un solitario disparo, aunque fuera ruidoso: se imaginaba los círculos perfectos del rojo hipnotizante mientras la boca de su arma soltaba bocanadas de humo y sus manos se impregnaban de pólvora. No convertirlo en un rito sino solo satisfacer el impulso y arrepentirse mil veces al final. Porque se arrepentiría, de verdad que si.

No volvería a hablar con nadie mas que con los niños que había en su cabeza, esos que le hablaban en diferentes lenguas y con mil voces a la vez. Esos de cabellos rojos y ojos blancos que sabían perfectamente que botón presionar para que su instinto no pudiera ser saciado. Entre todos no podía distinguir a la que una vez fuera la voz de su conciencia, ni siquiera reconocía la suya… si es que tuvo un sonido propio.

En eso consistía su lucha: no contra el miedo a la crisis si no a sí misma. Por eso no le gustaba quedarse sola, porque nadie le ponía límite a esa imaginación torcida, a esos crímenes y aberraciones contra el mundo. Nunca inmoral, pero con una amoralidad envidiable.

Nada nuevo bajo mi sol el día de hoy: a mis palabras no se las llevará el viento. Ni madres, ellas se lo llevarán a él.


¿Mi nombre? En mi acta de nacimiento dice que soy Annabel, hija de María Morales. Pinche Vieja, Cosa, Princesa, Cozorra, Delicated, Comadre o Sherezada para la blogocosa. Annamabel para la familia, Anna para pocos y Annabela para poquísimos.

Llámame como gustes, eso no altera los resultados: el jueves me toca bailar en éste congal.

PRESENTACION




Me arrojo insensato y pretencioso al océano de las palabras, sin medir el peso de mis limitaciones que me hunden fatalmente.
Quiero expresar sentimientos, vivencias, sólo logro balbucear voces presumidas y sin sustento. La hoja en blanco, hembra en celo que se me brinda imperiosa, revela implacable mi impotente vulgaridad.
Escribo para ustedes, busco conmoverlos, tal vez, sólo tal vez, logren comprenderme.


Luis Torres

La presentación


NTQVCA

¿Qué yo quien soy?… hubo un tiempo en que no lo sabía.

Cuando era adolescente se jactaba de decir que era original, a decir verdad le gustaba exagerar, en el peinado, en la manera de vestir, en el andar, cuando cantaba, si coqueteaba.
Con el tiempo fue adquiriendo firmeza en su personalidad, cabello oscuro, rizado y largo, le gustaba sentirse segura porque que se le notaba, alguien la llamo la chica más sexy de la escuela. Los lentes que de alguna manera actuaban como una mascara, saberse creativa, dejar el eco de su persona donde sea que se encontrará. Era popular, lo sabía y podía manejarlo, cuando caminaba por los pasillos no dejaba de saludar a todos.

La música era su vida, era la solista del coro, cuando se paraba enfrente de toda esa gente para cantarles lo que sentía se le hinchaba el corazón de emoción. Pero con ansias de ambición había decidido optar por estudiar algo que según ella le redituara mas. Y claro que le reditúo, darse cuenta que también eso lo podía hacer bien. Imprimirle su estilo a cada cosa que tocaba, y que los demás la reconocieran en ello.

El día que lo conoció sintió que era una especie de alma gemela, lo descubrió tan parecido a ella que se enamoro de él como si lo hubiera hecho de si misma, la atravesó su manera de actuar, y no hizo nada en adelante más que seguir su rastro.

Logro, como la mayoría de lo que se propone, atraerlo y después pacientemente, espero hasta que él se diera cuenta que tampoco podía estar sin ella. Decidieron pues unir sus vidas para convertirlas en una sola. Es ahí donde todo valió madres.

Porque cuando dos se hacen uno terminan convirtiéndose en todo, menos en lo que en un principio eran. Así que ella decidió que él imperara ese universo.

En su afán por demostrarle su amor comenzó a convertirse en un ser sumiso a prueba de cualquier antojo que él en su capricho le pidiera. Empezó enseñándole la manera de hacer las cosas correctamente, ella era tan tonta, y él que era tan bueno tuvo hasta que explicarle como vestirse para verse mejor, lo que leía, lo que escuchaba , todo estaba mal, era deprimente y vulgar como ella. Así que se resigno a escuchar la música de su amado, no leyó sus libros porque él no leía, para eso le pagaba a alguien, y con resignación acepto seguirlo hasta el fin del mundo.

Un día mientras caminaban alguien que lo reconoció, se acerco para lamerle las botas, como era habitual, y le pregunto si la mujer que lo acompañaba era su hermana. ¡Son idénticos! Les dijo.

Sintió como se le hacia chicharrón la vanidad olvidada. Ya no quería parecerse a él. Ya no se reconocía en esa persona.

Comenzó por cortarse el cabello como un niño, para no compararlo más con el de él que era largo. Se opero de la vista para no volver a usar lentes, asi él no tenía que recordarle la colección completa que usaba dependiendo del tipo de ropa y del humor que tuviera. Y además engordo, como nunca pensó que iba a ver deformado su cuerpo, ¡él era tan delgado!

Y por supuesto, él al no verse más reflejado en su antes “bonita” la empezó a aborrecer, no importaba de que manera le pidiera que regresara a ser la que era antes, ella más trataba de cambiar para no parecerse a él.

Y este amado, famoso y exitoso, acostumbrado a recibir honores y premios, no tenia mas remedio que llevarla a los eventos donde tenia que seguir el protocolo, y ahí, mientras él agradecía los aplausos, ella se escondía, se convertía invisible para no avergonzarlo, ya mas de una vez le había dicho que de todas las mujeres que asistían a esos lugares ella era la mas fea.

Y ahí escondida de pronto alguien la encontró
.- ¿Eres tú la esposa de MNS?
.- ¿Como?, no escuche, ¿que necesita?
.- Ah si, tú eres la hija de PC, que se caso con MNS, el que acaba de ganar el premio ¿no?
Dudo por unos segundos que contestar, no sabía decirle quien era.
.- Tiene razón, Yo soy la hija de PC y la esposa de MNS, es decir, en realidad no existo, yo no soy nadie.

Él apenado se retiro, pensando que esa loca se había enojado por nada. Pero era porque no entendía nada. Que diablos sabía él de lo que era aceptar haberse convertido en nadie, y lo peor es que no existía una sola persona que la extrañara.

Para su desgracia tuvieron que pasar más pesadillas y noches surrealistas para que entendiera que se tenía que alejar de ese hombre que ya no veía con amor y mandarlo directito al demonio.

Una mañana despertó a su lado, y sin pensárselo mucho, le dijo “Me voy, ya no quiero estar aquí”. Y con miedo, pero con los sentidos bien avispados para recibir el calor de ese verano, se fue y nunca volteo hacia atrás. Y con el tiempo vio que fue lo mejor que le pudo pasar porque aprendió nuevamente lo que era vivir.

¿Ahora quien soy?, Me presento: alguien que se tarda un chingo en reconocerse, pero una vez que lo hace, sabe que es las más grande hija de puta, chingona hacedora de sueños que alguien pueda conocer.

Soy yo, NTQVCA, y los martes son míos en Cuentaletras

Presentación

Me llamo Rich y soy un demente desde que tengo uso de razón, porque el hecho de que sea un demente no significa que carezca de razón.
Nací en una pequeña ciudad en el noroeste del país, crecí en una colonia de clase media baja con todos los adornos que te puedes encontrar en un lugar como ese, desde niños vagos que se bañan en los charcos ocasionados por las lluvias, vecinas putas de profesión, vendedores ambulantes y tienditas en las esquinas.
A los 8 años me informaron que el niño que era mi mejor amigo y compañero de clases había muerto, para sorpresa de mis padres la noticia no ocasionó reacción alguna en mi, pude ver en sus ojos esa sensación de incredulidad y miedo cuando les dije de una manera muy fría que algún día tenía que pasar y que la vida no duraría para siempre, después de eso le pedí a mi papá dinero para comprar un helado.
El tiempo siguió su curso y después de años, una tarde sentado afuera de mi casa imaginé ver pasar decenas de días frente a mis ojos, con sus respectivas albas, crepúsculos, noches estrelladas, lluviecitas piteras, lunas de octubre y crudos inviernos decembrinos. El tiempo había pasado y yo ya tenía muchos pelos en la entrepierna y axilas, voz de pito y ganas de irme a Alaska a pescar Salmón y ganar muchos dólares para sacar a mi novia (quien también ya tenía pelitos en la entrepierna) de casa de sus abuelos y coger como dios manda, 4 ó 5 veces al día.
Después me di cuenta que no quería todavía estar amarrado a una mujer, y que 4 ó 5 palos al día durante 3 ó 4 años no valían (de momento) el yugo que tendríamos puesto sobre nuestra humanidad hasta que la muerte nos separara, ahogando algunas de nuestras ilusiones, ideas y planes de vida.
Un poco después murió mi padre, el día de su entierro estaba lloviendo a cántaros, factor que me favoreció porque la lluvia sobre mi rostro camuflajeó el hecho de que no derramé lágrima alguna, y me ahorró la explicación de la relatividad de la vida y lo natural del fenómeno de la muerte a quien se le ocurriera cuestionar mi temple elegante e insensible. La muerte de mi padre no me fue indiferente, simplemente no pienso llorar a recuerdos que son solo eso, recuerdos.
Más adelante entré a la universidad, a la licenciatura en filosofía, nunca fui un apasionado lector ni mucho menos, tampoco recuerdo cuando empecé a escribir, a mi edad, mi madre escribía poemas para el periódico local, había leído ya decenas de novelas clásicas y había ganado concursos nacionales de oratoria, yo a duras penas había leído el principito, un par de ejemplares de condorito y algunos de Reader’s digest, esas revistas que están hasta debajo de las piedras junto con un Atalaya. También había leído y visto las novelillas esas de historias del Coitorreo y las trabajadoras del talón, mismas que inspiraron mis primeros trabajos manuales, pero supongo que eso no aporta nada relevante a mi formación literaria.
A veces siento un vacío enorme en mi vida, lejos de estar medio vivo, a la expectativa de cosas relevantes, juzgando las acciones de los demás, y refutando todas las acusaciones a mi patética realidad, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, dicen por ahí.
El que vende caras cada una de sus gotas de agua salada, el que imagina su muerte cada vez que ve un cristal roto, el que divide los palos en coger y platicar con cigarro en mano, el que disfruta cuando le ofrecen estudiar la primaria y secundaria abierta por sentirse subestimado, el dueño de un morbo de grandes dimensiones, el que disfruta ver a la gente mientras fuma y la sensación de que los cigarrillos fueron forjados por los mismísimos dioses después de coger, ese soy yo, Rich, y los lunes son míos en cuentaletras.